Yo leo a los maestros

lunes, 27 de abril de 2009

GIORGOS SEFERIS (1900 - 1971) Grecia

NEGACIÓN

En la playa escondida
y blanca como paloma
tuvimos sed un mediodía
pero el agua era salada.

En la arena dorada
escribimos su nombre;
suave sopló la brisa
y la letra se borró.

Con qué coraje, con qué aliento,
con qué deseos y pasión
tomamos nuestra vida: ¡qué error!
y la vida tuvimos que cambiar.
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EL PAPEL BLANCO DURO ESPEJO

El papel blanco duro espejo
sólo devuelve eso que fuiste.
El papel blanco habla con tu voz,
tu propia voz,
no aquella que te gusta,
tu música en la vida esa que derrochaste.
Puede que no vuelvas a ganar si lo deseas,
si te clavas a esa cosa indiferente
que te lanza atrás ahí dónde empezaste.
Viajaste, muchas lunas viste muchos soles,
tocaste muertos y vivos,
sentiste el dolor del bravo mozo
y el gemido de la mujer,
la amargura del niño inmaduro,
cuanto has sentido se derrumba sin sustento
si a éste vacío no te fías.
Quizás ahí encuentres cuanto creíste perdido,
el brote de la juventud,
el justo naufragio de la edad.
Tu vida en cuanto diste,
este vacío es cuanto diste,
el blanco papel.
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ROSA DEL DESIERTO

" Rosa del desierto, encontrar querías con que herirnos, más, como el secreto que va a liberarse, te inclinabas y era hermosa la orden que aceptaste dar y era la sonrisa como una espada alerta. El ascenso de tu cielo animaba el universo, de tu espina se arrancaba el designio del camino, nuestro impulso se insinuaba desnudo a poseerte, era fácil el mundo, un simple latido."
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TRES POEMAS SECRETOS
Hace años dijiste:
"En el fondo soy una cuestión de luz"
Y hoy todavía, reclinado
en las anchas espaldas del sueño,
incluso cuando te empapan
en el pecho aletargado de la mar
persigues recovecos donde la oscuridad
se ha gastado y no resiste
a tientas vas buscando la lanza
destinada a traspasar tu corazón
y abrirlo a la luz.
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DIJISTE HACE AÑOS
" Dijiste hace años: En el fondo soy un asunto de luz.
Y ahora todavía al apoyarte en la ancha espalda del sueño,
aun cuando te hunden en el pecho aletargado del pronto,
buscas rincones donde el negro se ha gastado y no resiste,
buscas a tientas la daga destinada
a perforar tu corazón y abrirlo a la luz. "
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SOBRE UN VERSO EXTRANJERO

Dichoso quien hizo el viaje de Odiseo.
Dichoso si al marchar sintió firme la coraza de un amor
extendida por su cuerpo, como las venas donde
bulle la sangre.

De un amor con cadencia sin fin, invencible como la
música y eterno
porque nació cuando nacimos y cuando nos muramos, si es
que muere, ni nosotros ni nadie lo sabe.

Pido a Dios que me ayude a decir, en un momento de gran
felicidad, cuál es este amor:
me siento a veces rodeado del exilio y escucho su lejano
bramido como el fragor del mar mezclado con la
borrasca inexplicable.

Una y otra vez surge ante mí el fantasma de Odiseo, con
los ojos arrasados por la sal de las olas
y por el deseo maduro de ver de nuevo el humo que brota
del hogar de su morada y su perro ya viejo
aguardándole a la puerta.

Inmenso él, se detiene musitando tras sus barbas encanecidas
palabras en nuestra lengua, como la hablaban
hace tres mil años.
Extiende una mano encallecida por las jarcias y el timón,
con la piel curtida por el cierzo, la canícula
y las nieves.

Parece querer arrojar de nosotros mismos al Cíclope
sobrehumano que mira por un único ojo, a las Sirenas
que te imponen el olvido, si las escuchas,
a Escila y Caribdis:
a tantos monstruos extraños que nos impiden pensar que
también él fue un hombre que luchó en el mundo
con cuerpo y alma.

Es el gran Odiseo: aquel que sugirió construir el caballo
de madera con el que los aqueos conquistaron
Troya.
Sueño que viene a enseñarme cómo construir yo un caballo
de madera con el que conquistar mi propia Troya.

Habla quedo y tranquilo, sin esfuerzo, parece conocerme
como un padre
o como uno de esos viejos marineros que apoyados en sus
redes - cuando había tormenta y bramaba el viento -
me decían, en mis años infantiles, la canción de Erotócrito
con lágrimas en los ojos
- temblaba yo en medio de mi sueño al escuchar la triste
suerte de Areti al bajar los peldaños de mármol.

Me dice el penoso esfuerzo de sentir las velas de tu
nave henchidas de nostalgia y de tu alma
convertida en timón.
Y también que estás solo, inmerso en la tiniebla de la
noche y a la deriva como la parva en la era.

La amargura de ver naufragar a tus amigos entre los
elementos dispersos: uno a uno.
Y qué vigor extraño sientes al hablar con los muertos
cuando los vivos que quedaron ya no bastan.

Habla... Aún veo sus manos que sabían comprobar si estaba
bien tallado, a proa el mascarón
que me den un sereno mar azul en el corazón del invierno.
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DESPERTÉ CON ESTA CABEZA DE MÁRMOL

Desperté con esta cabeza de mármol en las manos
que agota mis brazos y no sé dónde apoyarla.
Se sumergía en el sueño mientras yo salía del sueño
Así se unieron nuestras vidas y será muy difícil separarlas.

Contemplo los ojos: ni abiertos ni cerrados.
Hablo a la boca que por hablar se afana,
sostengo los pómulos que traspasan la piel.
Otra fuerza no tengo:

mis manos se pierden y se me acercan
mutiladas.
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ME PESA

Me pesa que he dejado que sc me fuera de los dedos un ancho
río
sin haber bebido ni una gota.
Ahora me hundo en la piedra.
Uri pequeño pino sobre la tierra roja,
no tengo más compañía.
Cuanto amé se ha perdido con las casas
que eran nuevas el pasado verano
y se derrumbaron con el viento de otoño.
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STRATIS EL MARINO DESCRIBE A UN HOMBRE

Pero ¿qué tiene este hombre?
Toda la tarde (ayer, anteayer y hoy) está sentado con los ojos
clavados en el fuego;
esta tarde conmigo ha tropezado al bajar la escalera
y me ha dicho:
"El cuerpo muere, el agua se enturbia, el alma
vacila
y el viento olvida; todo olvida
pero el fuego no cambia
Me ha dicho también :
'"Sabe, amo a una mujer que se fue tal vez al otro mundo; no es
esto lo que me hace parecer tan desolado,
trato de sostenerme en una llama,
porque no cambia".
Después me contó la historia de su vida.
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EL MENSAJERO

Al mensajero
tres años hemos esperado tenazmente
con la mirada atenta
a los pinos, la playa y las estrellas.
Mezclados con la reja del arado o la quilla del barco
intentamos hallar la semilla primera
para que vuelva a empezar el primitivo drama.

Hemos vuelto maltrechos a nuestras casas
con desmayados miembros, con las bocas resecas,
sabiendo a sal y a herrumbre.
Al despertarnos la ruta era hacia el norte,
extranjeros sumidos en una niebla alada de cisnes impolutos que
nos hieren.
En las noches del invierno nos enloquecía el potente viento
este
y en verano nos perdíamos en la agonía el día que ya no podía
morir.
Tan sólo hemos traído
estos cuadros de un arte miserable.
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